Los últimos 60 años han sido testigos de un progreso sin precedentes en el tratamiento y la terapia de las enfermedades humanas. En los últimos años hemos sido testigos afortunados en los avances en nutrición, sanidad y educación. Pero una fracción considerable, se debe principalmente al impacto directo de la introducción de nuevos tratamientos y medicinas para combatir las enfermedades de la población.
La industria farmacéutica ha desempeñado una función clave en el descubrimiento de nuevos medicamentos, actualmente las empresas farmacéuticas pueden transformar los avances científicos y tecnológicos en métodos eficaces para combatir las enfermedades y mejorar la salud de la ciudadanía. En las últimas seis décadas, retos curativos cada vez más diversos se llegan a alcanzar con nuevos medicamentos, algunos con resultados verdaderamente espectaculares.
Por ejemplo, la supervivencia a los cánceres infantiles en los ha aumentado en más de un 40% en los últimos 35 años gracias a tratamientos nuevos y más eficaces. Asimismo, desde la introducción del tratamiento antirretroviral en 1995, la tasa de muerte por VIH/SIDA ha bajado en más del 75% en EE.UU. Y no solamente cáncer y sida; también los tratamientos de enfermedades cardio y cerebrovasculares se han beneficiado de las medicinas producidas por la industria farmacéutica, como lo demuestra la reducción en los últimos 40 años de la tasa de mortalidad del 60 y 70% por procesos de cardiopatía y de isquemia cerebral, respectivamente.
La invención de nuevas medicinas es un proceso de gran complejidad, que depende altamente de un intenso programa de investigación por parte de las empresas. De hecho la industria farmacéutica es uno de los sectores más dinámicos e innovadores de todas las áreas empresariales a nivel mundial. El sector invierte cada año decenas de miles de millones de euros en investigación con el fin de extender los límites del conocimiento científico y aplicarlos al descubrimiento de nuevas medicinas.
Durante 2009, la industria farmacéutica y biotecnológica de EE.UU. invirtió conjuntamente 65.000 millones de dólares en investigación y desarrollo, más del doble de las apropiaciones ese mismo año para actividades de investigación del National Institutes of Health (NIH), que fue de 31.000 millones de dólares. Este nivel de inversión representa un 17% respecto a los ingresos en ventas globales, una cantidad cinco veces superior que la media del sector empresarial de manufactura en el mismo país.
Es importante recordar que la gran mayoría de la materia de investigación que se lleva a cabo en las empresas farmacéuticas nunca llega a cristalizar en una nueva medicina. Normalmente se necesita investigar más de 5.000 compuestos químicos distintos para lograr identificar uno de ellos, que será eventualmente investigado en humanos. El desarrollo eventual de ese producto químico puede llegar a llevar 15 años, desde que nace la idea original en el laboratorio, hasta recibir la aprobación de agencias reguladoras que permitirán suministrar el medicamento a los pacientes.
Un dato importante es que, de cada diez medicinas se lanzan al mercado, sólo dos de ellas llegarán a rendir ganancias suficientes para cubrir el costo de desarrollo, lo cual deja un gran vacío en la inversión de desarrollo por parte de empresas emergentes, por ejemplo.
Sin embargo, cada nuevo medicamento hoy en día supone una barrera adicional para las medicinas que estén por comercializarse en el futuro, puesto que los pacientes prefieren siempre adherirse a tratamientos de eficacia ya demostrada que a participar en estudios de fármacos experimentales, por muy prometedores que estos sean.
Recordemos el caso para el tratamiento de VIH, en el que el régimen de Terapia Antiretroviral Altamente Activa (HAART), introducido en 1996, llegó a ser tan eficaz que desincentivó a los pacientes con VIH a participar en estudios clínicos sucesivos, incluso aunque ofrecieran beneficios potencialmente superiores.
Dada la accidentada historia de la fórmula innovación + desarrollo en el sector farmacéutico, es lógico preguntarse ¿qué es lo que se debe esperar en el futuro? La literatura científica se encuentra repleta de artículos ofreciendo vislumbrar el problema de la creciente productividad con soluciones tan variadas como la transferencia de investigación básica a instituciones académicas, creación de espacios comunes pre-competitivos o incluso implementación de “crowdsourcing” en el tema de investigación.
El futuro de la innovación en las empresas farmacéuticas parece brillante. Los avances en diversas áreas científicas, como en la biología, genética y técnicas analíticas y diagnósticas traerán consigo una revolución en la práctica de las empresas, la cual resultará más personalizada al ampliarse el conocimiento de la naturaleza molecular de las enfermedades.
Con todos estos cambios vendrán nuevas oportunidades para el descubrimiento de tratamientos innovadores, los científicos del futuro deberán estar preparados para afrontar el reto, pues es de esperar que el cambio y la evolución sean unas constantes en los tratamientos médicos del futuro.