La enfermedad de Parkinson es un padecimiento asociado a un trastorno del movimiento, derivado por la falta de dopamina, mal que puede ser genético. Los principales síntomas a los que se enfrenta el paciente con Parkinson son: Dolores musculares, salivación extrema con dificultad para deglutir, estreñimiento, dificultad en las expresiones faciales, así como en el habla, rigidez muscular, lentitud al parpadear, baja en la presión al incorporarse, postura encorvada y sudoración.
El paciente también se enfrenta a la dificultad para moverse, desde el momento en que se levanta de una silla y al comenzar a andar se pueden presentar movimientos en extremo lentos, incluso puede comenzar a desaparecer la capacidad de realizar movimientos delicados con las manos provocando dificultad para llevar la comida a la boca. Otros síntomas también son el temblor en reposo, que ocurre cuando el paciente se encuentra en estado de descanso y sus extremidades comienzan a moverse sin voluntad propia, desapareciendo al provocar movimiento.
Existe otra sintomatología más avanzada, como aquélla que afecta directamente a la memoria del paciente como confusión, demencia, pérdida de la memoria combinada con desmayo y en muchas ocasiones depresión. Los pacientes y los familiares deben tener conocimiento de que el Parkinson es una enfermedad degenerativa que desafortunadamente no tiene cura aún, sin embargo existen muchos medicamentos que pueden apoyar al tratamiento, disminuyendo los síntomas y proporcionando al paciente calidad de vida por más tiempo.
Es importante que al detectar los síntomas, un médico realice una evaluación para poder diagnosticar si se trata de Parkinson o alguna otra enfermedad, pues particularmente en los adultos mayores es difícil evaluar pues existe el riesgo de confundirlos con achaques propios de la edad. Desafortunadamente es más sencillo diagnosticar conforme avanza la enfermedad pues se muestra con destacada evidencian la dificultad para controlar los movimientos, se presentan movimientos espasmódicos, los músculos comienzan a atrofiarse, los temblores son más notorios y existe cambios bruscos en la frecuencia cardiaca.
El Parkinson como muchas enfermedades sólo debe tratarse una vez realizada la evaluación correspondiente y que un médico especialista de su diagnóstico fehaciente. Es importante que una vez diagnosticado se comience con el tratamiento apropiado para el paciente contemplando el tipo de medicamento, la dosis, el tiempo entre dosis y la alimentación. Una vez que se comienza con el tratamiento es muy importante no dejar pasar ninguna dosis pues puede resultar contraproducente.
Cabe mencionar que el Parkinson es el segundo padecimiento neurodegenerativo más frecuente afectando el 3% de la población mundial mayor de 65 años, en México no existe un registro de los pacientes con esta enfermedad, pero se calcula que existen cerca de 40 y hasta 50 casos por cada 100,000 habitantes al año.