Para nadie es secreto que las instituciones de salud pública del país están desde hace años pasando por una situación en extremo precaria por no decir que están virtualmente quebradas. Esto las ha llevado a buscar esquemas y programas de ahorros que, si bien han logrado mitigar algunos costos, lo están haciendo en algunos casos a costa de la calidad en la atención y tratamientos que proporcionan.
Tal es el caso de los programas de equivalencia o sustitución terapéutica implementados por los institutos Mexicano del Seguro Social (IMSS) y de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), estos tienen el propósito de cambiar uno o varios medicamentos de su cuadro básico por otros de menor costo. Sin embargo, estos programas sustituyen tratamientos de patente y efectividad comprobada por medicamentos diferentes a menor costo sin la certeza de sus posibles efectos adversos en los pacientes.
Como ejemplo hablaremos de la sustitución terapéutica, la cual se enfoca en sustituir el medicamento de patente prescrito por el médico por un medicamento químicamente diferente y más barato. El medicamento sustituto es de la misma clase farmacológica o terapéutica de aquel recetado originalmente, sin embargo, como los dos medicamentos tienen estructuras químicas distintas, pueden producir resultados adversos para el paciente.
Debemos recordar que la prescripción de un medicamento representa la culminación de un cuidadoso proceso de análisis entre el médico y el paciente, cuyo objetivo es la prevención, tratamiento o cura de una enfermedad. Este proceso debe permitir al médico evaluar gran cantidad de información para efectuar una elección adecuada de la terapia personalizada para el paciente.
Es responsabilidad del médico el seleccionar el tipo y la dosis de medicamento que considere que es el mejor para el paciente desde el punto de vista terapéutico y económico. Por ello si un producto farmacéutico es sustituido por otro de menor costo, el médico debe controlar y ajustar cuidadosamente la dosis, para asegurarse de que exista una equivalencia terapéutica correcta y en caso de no tener la garantía de equivalencia preferir el medicamento de patente .